miércoles, 6 de enero de 2021

[ 2' 10'' ] Día de Reyes (Cuento infantil)


Tras una noche viajando alrededor de medio mundo, por fin, sus Majestades los Reyes Magos habían regresado a Oriente. Como era costumbre, en una sola noche habían repartido todos los juguetes que les habían pedido los niños. 

Bueno, eso creían ellos...

El rey Gaspar, mientras estaba quitando la montura de su camello, descubrió, en el fondo de una de las alforjas, un regalo que había quedado sin entregar.

Aunque no era muy habitual, de vez en cuando los Reyes tenían un descuido como este y, por eso, seguían una regla no escrita. Si el niño había pedido muchos regalos no pasaba nada si le faltaba alguno pequeño, pero si el niño había pedido pocos regalos o era el más deseado de la lista debían solucionarlo esa misma noche.

—¡Melchor, la he vuelto a liar! Búscame una carta, porfa.

—¿Otra vez? ¡Venga, dime el nombre! —le respondió.

—Victoria García Menéndez, Vicky.

Melchor rebuscó entre las cartas de los niños que comenzaban por la letra "V" y, rápidamente, localizó la de la pequeña. Tras leerla, dijo a Gaspar:

—Siento decirte que Vicky solo ha pedido una muñeca, así que, te toca solucionarlo antes de que se despierte. —pero continuó con sorna—
¡Y rapidito, que ya está amaneciendo!

Gaspar se quitó apresuradamente los ropajes que vestía y se disfrazó de repartidor; así conseguiría pasar desapercibido mientras llevaba el paquete.

Con la magia propia de los Reyes Magos, en apenas unos segundos, Gaspar llegó frente a la casa de Vicky.

Por curiosidad, decidió mirar por la ventana y, allí, vio a los padres, desesperados, buscando el regalo de la niña por todos los rincones de la pequeña casa. Observó, también, que el árbol de Navidad estaba vacío.

Gaspar, al ver lo que estaba sucediendo se entristeció y decidió hacer un poco de su magia. Chascó sus dedos y donde solo había un regalo, aparecieron dos más. Era el momento de llamar a la puerta y entregar los regalos. El padre abrió y, al ver al repartidor con tantos paquetes en los brazos, se quedó boquiabierto.

—¡Ta-cháaaan, entrega especial para Vicky!—dijo con cierto entusiasmo, intentando transmitir alegría.

El padre seguía mirándole con cara de asombro, recogió los regalos y solo acertó a decir:

—¡Gracias, Gaspar! —y cerró rápidamente, dándole con la puerta en las narices.

El rey, que no esperaba ese recibimiento tan frío, se quedó atónito y tampoco supo qué decir. En vez de irse, decidió, nuevamente, mirar por la ventana. Esta vez, vio a la niña recoger su regalo, colocado bajo del árbol, abrirlo y empezar a jugar con su muñeca. Vicky estaba feliz, sobre todo, por ver que, este año, sus padres también tenían regalos.

Satisfecho por haber enmendado su error, Gaspar decidió regresar a Oriente. Cuando llegó, se encontró con Baltasar que estaba recogiendo cuidadosamente los trajes utilizados la noche anterior.

—¿De qué vas disfrazado? —le preguntó Baltasar.

—De repartidor, ¿a que mola?

—¡Anda, mírate en el espejo!

Cuando Gaspar se vio reflejado en el espejo, se quedó asombrado. Efectivamente, tenía el uniforme completo: zapatos negros, pantalón beige, cinturón a juego, chaqueta de repartidor, barba y cabello pelirrojos y... ¡Oh! todavía llevaba su corona.
Solo entonces, lo comprendió todo.

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Moraleja: Ahora, peques, ya sabemos por qué, a veces, no llegan todos los regalos que pedimos.
¡Estos Reyes Magos son un poco despistados!


        Esteban Rebollos (6 de enero, 2021)