viernes, 18 de mayo de 2018

Susana Rodríguez Lezaun




Serendipia: Descubrimiento o hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental o casual, principalmente, cuando se está buscando una cosa distinta.


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A veces, sin buscarla, la fortuna se cruza en tu camino. Desde hace algunos años, cansado de leer mediocres "best-sellers" de escritores archiconocidos decidí dar un cambio a mis hábitos de lectura, dar una oportunidad a autores noveles o cuyos nombres no destacan por cuestiones de "marketing" pero cuyos argumentos triunfan por sí mismos. Así descubrí interesantes autores como Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert), Shannon Kirk (El método 15/33), Karin Slaughter (Flóres cortadas), Robert Bryndza (Te veré bajo el hielo) o Manel Loureiro (El último pasajero), por nombrar sólo algunos pocos.

Un buen día decidí buscar una novela por su argumento en vez de por su título o autor; con la ayuda de Google, mi búsqueda se centró los términos "Asesino en serie en el Camino de Santiago" y, como resultado, obtuve múltiples reseñas sobre el primer libro de la autora que hoy os quiero presentar:
Susana Rodríguez Lezaun, periodista, escritora y actual directora del festival "Pamplona Negra" (un "alter ego" de nuestra "Semana Negra" de Gijón), creadora de una saga cuyos protagonistas son Irene Ochoa, una mujer maltratada y el inspector David Vázquez, encargado de investigar, entre otros casos, la muerte "accidental" del marido de Irene.

La saga consta actualmente de tres libros: "Sin retorno" (2015), "Deudas del frío" (2017) y, el recientemente publicado, "Te veré esta noche" (2018). Hablo de saga y no de trilogía, ya que me consta que el cuarto se está "fraguando" en la mente de la escritora. Aunque cada uno de los libros desarrolla un caso policial en donde el inspector Vázquez y su equipo son los encargados de resolverlo, existe una línea argumental basada en la tormentosa relación entre Irene y David.

Tras este post, creo que no es necesario indicar que os recomiendo cada uno de los libros anteriormente mencionados, ahora bien, aunque se pueden leer todos ellos de forma independiente, soy partidario de seguir el orden cronológico para no perder ningún detalle.

¡Zorionak, Susana!



Título: "Te veré esta noche"
Autora: Susana Rodríguez Lezaun
Editorial: DeBolsillo
ISBN: 9788466343657
Nº de páginas: 413


Si has llegado hasta aquí, quizás sea porque has encontrado algo interesante que leer. Si quieres ver alguno de mis otros comentarios o relatos breves puedes acceder a la página principal desde este enlace "El Viento del Norte".
Te invito a volver cuando quieras para mostrarte las próximas entradas que escriba.
¡Gracias por tu visita!

jueves, 18 de enero de 2018

[ 5' 50'' ] Informe Malena: Caso cerrado


Releyó el informe que él mismo había escrito, corrigió algunos errores tipográficos y tras repasar cuidadosamente los dos últimos párrafos decidió eliminarlos. En ellos, desvelaba información que aún debía mantener en secreto, datos que utilizaría como señuelo para conseguir ese puesto que tanto deseaba en la CIA.

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Al pasar bajo el arco de seguridad presintió que, a partir de ese instante, su vida cambiaría. Estaba en lo cierto. Le entregaron una credencial en la que se podía leer "Daniel Jacobs - Agente en prácticas", la cual colgó, con orgullo, de la solapa de su chaqueta.

Una joven secretaria le acompañó hasta la sala de espera del segundo piso. Allí, Daniel se acomodó en el sillón situado frente a la puerta del despacho, colocó su portafolios sobre una pequeña mesa de cristal y escudriñó cada rincón en busca de alguna cámara de seguridad. Por suerte, no encontró nada que le hiciera suponer que estaba siendo observado; odiaba sentirse acosado por cámaras de vigilancia.

-Señor Jacobs... mi nombre es James Carter, director del Departamento de Análisis de Perfiles Psicológicos -oyó decir al hombre rechoncho que llegaba por el pasillo a paso ligero, medio jadeando, en mangas de camisa y con un vaso de café en cada mano.

-Por favor, pase y siéntese. ¿Le apetece un café? -sin esperar la respuesta, el director posó uno de los vasos frente a Daniel, dejó caer unos azucarillos sobre la mesa y fue a sentarse en su butaca de piel, diciendo, -Lo tomo solo. El azúcar y la leche matan, bueno, ...la cafeína también mata. ¡De algo hay que morir! -esbozó una sonrisa y empezó a remover su café de manera obsesiva.

La tesis que Daniel Jacobs presentó para su doctorado consistía en un novedoso procedimiento de localización de personas desaparecidas. Desarrolló un algoritmo de Inteligencia Artificial para encontrar patrones capaces de rastrear conductas personales. El éxito en el ámbito universitario llegó cuando la revista "Science" publicó un artículo de su nuevo método de afrontar la investigación criminal, en cambio, el reconocimiento social lo obtuvo cuando la policía, con la única ayuda del "algoritmo" de Jacobs, rescató tres niños que habían sido raptados.

A pesar de que varias agencias gubernamentales estaban interesadas en sus servicios, solo la CIA había adquirido los derechos para el uso del programa. El Departamento de Análisis Antiterrorista había implementado el algoritmo para la localización, seguimiento y, posterior, detención de terroristas, delincuentes y espías a nivel mundial. Con el fin de comprobar las mejoras realizadas en el programa, se encargó al propio Daniel un minucioso informe sobre las actividades de "Malena", la espía rusa Masha Kuznetsova, una identidad ficticia creada por la CIA para el adiestramiento de sus agentes en materia de contraespionaje. Para ello, pusieron a su disposición todos los recursos de los que disponía la Agencia.

-Señor Carter, quiero mostrarle el informe que me encargaron -dijo Jacobs mientras sacaba algunos papeles de su portafolios.

-Sí, yo mismo lo solicité. ¿Qué información ha obtenido? -dijo el director, ávido por conocer los resultados.

-Señor Carter, aquí tiene el informe pero permítame que le haga un resumen -le dijo. El director no se molestó ni tan siquiera en consultar las más de cien páginas que Jacobs le había dejado sobre la mesa. La historia de la espía no le era nueva, de hecho, él había sido uno de los impulsores del programa de entrenamiento de nuevos agentes. Carter asintió y miró al joven a la espera de sus explicaciones.

-Masha Kuznetsova, nacida en 1981 en un pequeño pueblo cerca de Odessa, Ucrania. Padre militar, de origen ruso, y madre ucraniana, trabajadora en una fábrica de automóviles. Masha estudió en su pueblo natal donde destacó, sobre todo, por su excelente memoria visual.

Al terminar el primer ciclo, es llevada a Kiev a una escuela para alumnos de "altas capacidades"; allí potencian también su destreza en otras materias. En 1995, con tan sólo catorce años, la trasladan a Moscú donde se le pierde la pista hasta que siete años después reaparece como traductora en la Embajada de Rusia en Berlín.

-Efectivamente, es ahí donde comienza su carrera como espía. Prosiga, por favor.

-A partir de 2004, utiliza su trabajo en distintos consulados de Europa como tapadera para extender una gran red de espionaje. Posteriormente, es enviada a América Latina, donde desempeña labores de asesoramiento al gobierno de Venezuela, lo que culmina con la compra de equipamiento militar a Rusia por más de 2000 millones de dólares. Tras esto, reside además en Guatemala, Brasil y Argentina.

-Perdone... -interrumpió nuevamente el director -¿Sabe por qué la llaman "Malena"?

-Sí, claro. En Buenos Aires, mientras trabaja infiltrada en un grupo fascista, recibe la orden de asesinar a sus cinco componentes. En el plazo de dos días, sus cadáveres aparecen repartidos por toda la ciudad; fue entonces cuando recibe el alias de "Malena, la asesina rusa". A partir de ahí, se vuelve más violenta, participa en numerosos atentados y se le relaciona, al menos, con once muertes. Veinte meses después, se traslada a México en donde es captada por la CIA.

Tras su deserción del Departamento de Inteligencia Ruso, antigua KGB, pasó a cooperar con el gobierno estadounidense en el desmantelamiento de varios cárteles que operaban en la frontera. Tras ese trabajo cambia de identidad y, a partir de principios de 2011, se pierde todo rastro.

-¡De alguna manera había que recompensar los favores prestados! -exclamó Daniel.

-Desde entonces no se tiene constancia de que haya participado en actividades delictivas en Estados Unidos.
Fin del informe.

-Excelente trabajo, señor Jacobs.
¡Todo esto en apenas una semana!
Un equipo de seis personas hubiera tardado tres meses en obtener estos mismos resultados. Su procedimiento es asombroso. ¡Necesitamos agentes como usted en nuestra organización! -El director se puso en pie, extendió su mano para saludarle y, así, dar por finalizada la reunión.

Daniel recordó los dos párrafos que había eliminado del informe original y decidió que ese era momento de enseñar sus cartas. ¡Ahora o nunca!

-Gracias, señor, pero... ¿No le gustaría saber qué ha sido de "Malena" desde entonces?

-¿Cómo dice? No hay un "después" de 2011. El perfil de Kuznetsova no se completó más allá de esa fecha. No era necesario para el adiestramiento.

-Usted sabe que no es así. La mejor manera de mantenerse en la clandestinidad es ser visible pero sin llamar la atención. -Apostilló -Lo aconsejable es residir en una pequeña comunidad de las afueras de la ciudad, donde apenas se tiene relación con los vecinos. Es decir, refugiarse bajo la apariencia de la típica ama de casa, la perfecta esposa y la ajetreada madre; hacer vida normal, comprar en el supermercado, llevar a los niños al parque y hablar con otras madres de lo difícil que resulta cuidar de gemelos. Nada fuera de lo habitual.

Efectivamente, tras pronunciar la palabra "gemelos", su corazón se paró. Se dio cuenta de que ningún algoritmo, ninguna inteligencia, por muy artificial que fuera, podría deducir eso. Supo que no tendría que haber dado aquel dato. Su boca se secó, aunque, era inútil seguir hablando. Levantó la vista y sus ojos se encontraron con los del director. Por un instante fue capaz de leerle la mente. Le había descubierto y era tarde para enmendar su error.

Aunque no lo había dicho expresamente, no solo acababa de desvelar la existencia real de "Malena" y su familia, sino que había descubierto que era capaz de identificarles y, por tanto, ponerles en peligro.

-Reconozco que sería un buen final, pero aún debemos mejorar su programa. Preséntese mañana en el departamento de Perfiles y, allí, le asignarán un destino. ¿Es lo que buscaba, no?... Le felicito-. Ahora, sí, ahora le estrechó la mano.

Las falsas palabras de Carter y su fría despedida hizo que a Daniel le embargase una sensación de desasosiego. Cuando devolvió su credencial en la entrada notó como si un desgarro interior lo partiera en dos. Tuvo la impresión de haber fallado en el momento más crítico de su vida. Ya no tendría una segunda oportunidad.

Al director le gustaba el café solo, sin leche ni azúcar y, además, no le importaba que estuviese frío. El que Jacobs no se tomó, sería el tercero de la mañana en la cuenta de Carter.

-¡De algo hay que morir! -exclamó, mientras removía el café.

A las dos de la tarde, Carter se puso las gafas, sacó el móvil del bolsillo de su pantalón y pulsó la memoria M1. Un tono intermitente de llamada se escuchó a través del minúsculo altavoz, hasta que, por fin, una voz femenina respondió.

-¡Hola, cariño! ¿Qué me cuentas? -le respondió en tono jocoso.

-¡Nos han descubierto! ¡Toma nota! -dijo Carter, con voz seca. A continuación, le explicó lo sucedido y le dio unas instrucciones breves y claras.

No era la primera vez que Mariah se encontraba en una situación como esta. Sabía bien cómo actuar, así que, memorizó el nombre y la dirección que le había indicado su marido; era todo lo que necesitaba.

-¿A qué hora llegas, Jim? -preguntó, como si la conversación anterior no hubiese existido.

-Saldré un poco más tarde. Pasaré por el centro a hacer alguna compra y recogeré a los niños a las cinco. Nos vemos en casa a la hora de la cena.

-Perfecto, os espero. -Con calma, Mariah se preparó para lo que vendría a continuación.

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Se incorporó a la autopista y circuló más de treinta kilómetros en dirección Norte. Concentrada en sus propios pensamientos, visualizó lo que pasaría en apenas una hora. Estaba acostumbrada. Conducía sin prestar mucha atención al resto del tráfico hasta que la voz metálica del navegador le recordó cual era el camino más rápido hacia Silver Spring.

Veinte minutos más tarde, el sedán plateado de Mariah Carter recorría una céntrica calle del lujoso barrio donde residía Daniel. Tardó poco en encontrar el número buscado, aparcó su coche bajo la sombra de un roble y salió a inspeccionar la zona. Comprobó que la casa no disponía de cámaras de vigilancia ni sistema de alarma, así que, decidió entrar a través de la ventana de la cocina y esperar sentada en una cómoda butaca del salón. Se sentía tranquila y segura de sí misma, probablemente, por la confianza que le proporcionaba su Beretta 9mm Parabellum.

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Había pocas cosas tan gratificantes como una ducha de agua caliente. Mariah permaneció entre espuma y jabón hasta bajar su nivel de adrenalina. El agua limpió no solo su piel sino también los pecados de su alma; fue entonces, cuando sintió la tranquilidad que solo proporciona el "trabajo" bien hecho.

A las seis menos diez, James Carter entró en el garaje en su Chevrolet deportivo; aunque no era un coche apropiado para ir de compras y, mucho menos, para llevar dos sillas de bebé, se negaba a cambiarlo por una berlina familiar. Su vida había dado un giro radical desde el nacimiento de sus gemelos.

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En algún lugar de la casa de la familia Carter se encuentra un expediente desaparecido de los archivos de la sede central de la CIA en Langley, Virginia. La portada, amarillenta por el paso del tiempo, tiene como único identificador las iniciales "M.K." escritas con tinta roja. Dentro, descansan más de setecientas páginas sobre alguien que, según la versión oficial de la Agencia, nunca existió. Masha Kuznetsova, más conocida como "Malena", y ahora esposa de James Carter, sigue en busca y captura por espionaje internacional en más de veinte países. Se le atribuyen atentados en embajadas de medio mundo y se le relaciona, al menos, con once muertes.

Aunque, ahora, deberían ser... doce.

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El cuerpo de Daniel Jacobs apareció en la ducha de su casa con el cráneo fracturado. El informe oficial incluía la expresión "accidente doméstico".

-¡De algo hay que morir!

Caso cerrado.

Esteban Rebollos (Enero, 2018)