miércoles, 18 de agosto de 2021

[ 0' 20" ] Veinte segundos

Veinte segundos es lo que tardaré en perder la conciencia y morir. Un tajo certero en mi pierna ha sido suficiente para que los sicarios del Estado acaben con mi vida. Y es que ser periodista, en un país como Rusia, es un riesgo que muy pocos estamos dispuestos a asumir.

Ahora, mi cuerpo descansa sobre una gran mancha de sangre que se extiende por el pavimento de la Plaza Roja. Por suerte, no siento dolor pero resulta irónico morir, precisamente, mirando al Kremlin.

Han pasado veinte segundos y ya estoy muerto. Lo sé.

Esteban Rebollos (Agosto, 2021)

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